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La idea que más me gusta de Martín Acosta es cuando afirma que el teatro es una trinchera del contacto. Me interesa porque enfatiza el valor de encontrarse cara a cara, en un tiempo donde casi todo tiene una esencia digital. El teatro mantiene viva esa experiencia humana directa: un grupo de personas mira a otro grupo que intenta construir una verdad paralela a la realidad. También me interesa su reflexión sobre el poder del actor. Él explica que el actor debe creer profundamente en lo que dice para que el público también lo crea. La imagen del actor en un espacio vacío diciendo que ha llegado a las puertas de Verona muestra que la fuerza del teatro está en la convicción y en la imaginación compartida. El espacio se convierte en aquello que el actor nombra. El video me hace creer que el teatro sí es un vehículo cultural prioritario. Acosta nos recuerda que siempre existen otras maneras de mirar, y esa posibilidad ya es un acto profundamente transformador. Con esto se puede mantener vivo el pensamiento crítico. No solo entretiene, también invita a cuestionar lo que aceptamos como normal. Por eso funciona como una forma de resistencia cultural, especialmente en momentos en los que la realidad agobia . La belleza de la representación teatral no está en escapar del mundo, sino en entenderlo mejor.