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Sor Juana Inés de la Cruz vivió en una época donde la iglesia y la Inquisición imponían estrictas normas sobre el pensamiento, especialmente en las mujeres. Su deseo de saber y escribir libremente la llevó a enfrentarse con estas autoridades, que veían en su intelecto una amenaza. En el poema Sor Juana expresa su deseo de independencia: “Tengo solamente yo de ser todo mi linaje” y “que he de morirme y vivirme cuando a mí se me antojare”. Estas líneas reflejan su rechazo a depender de estructuras familiares o religiosas, y su afirmación de autonomía personal. También critica las relaciones sociales impuestas: “Ni ha de cansarme el pariente, Ni molestarme el compadre”, mostrando su decisión de alejarse de convenciones que limitan su libertad. Se presenta como dueña de sí misma, una postura radical para una mujer enclaustrada en este siglo. Una de las imágenes más reveladoras es: “Que mi tintero es la hoguera / donde tengo que quemarme”. Aquí, la escritura se convierte en un acto de riesgo. Su pluma es una forma de vida, pero también un peligro ante la censura inquisitorial. De este modo el poema revela el conflicto entre su vocación intelectual y el poder que buscaba silenciarla.