Creo que el estilo de narración que más me atrae es el narrador en tercera persona. Digo esto porque no solo es el tipo que más fui expuesto en relatos y novelas pero también porque satisfecha el énfasis que yo pongo a un planteamiento o introducción. Un ejemplo de esto se puede encontrar en el relato “Tres versiones de Judas” por Jorge Borges que se encuentra en la famosa antología Ficciones. Esta fue una de mis primeras introducciones a Borges y de tal manera una de las más memorables. En esencia el cuento sigue cronológicamente al protagonista ficcional Nils Runeberg, un teólogo Sueco, y como sus tres interpretaciones sobre la figura controvertida que es Judas en la doctrina Christiana, le trae a su destino final. El uso de un narrador en tercera persona que más asemeja a uno externo observador es efectivo en no solo desarrollar el protagonista cuya credibilidad como un personaje ficcional es crucial para la retención del lector sino también en destacar el discurso que viene en una forma académica y formal. Obviamente el uso de notas a pie de página realza esto, pero aun así no se puede socavar la elección de un narrador en tercera persona que hasta en ciertas ocasiones se puede describir como omnisciente. Esto se puede detectar hacia el final donde se describe a un Runeberg paranoico. El narrador explica la intuición del protagonista, una intuición que conduce a su muerte. Aquí el narrador sigue narrando con la formalidad que ha impulsado la historia a uno que trascienda la muerte del protagonista.
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