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#SPA25CalS25 #LorcaBernardaAlba La fachada de la casa ya anticipa el ambiente opresivo que recorre La casa de Bernarda Alba. El blanco severo de las paredes, más que un simple color, transmite una pureza rígida que alude al control social y a la represión que gobiernan la obra. Las ventanas, pequeñas y protegidas por barrotes, evocan el encierro físico y emocional de las hijas, apenas dejan pasar la luz ni permiten un verdadero contacto con el exterior. La puerta de madera, firmemente cerrada, parece guardar la casa con una vigilancia constante, temerosa del “qué dirán”. La ausencia total de adornos revela un espacio donde la disciplina y el orden pesan más que cualquier atisbo de calidez. Incluso la cercanía con otras viviendas, que podría invitar a la convivencia, se transforma en distancia por el aislamiento que impone Bernarda. Basta imaginar el interior, el patio encalado, las habitaciones sombrías, los muebles sencillos, el aire pesado, para sentir el silencio, la tensión latente y los deseos reprimidos que, con el tiempo, se acumulan hasta estallar en la tragedia final.